miércoles, 12 de agosto de 2009

martes, 11 de agosto de 2009

GÓSOL -ALT BERGUEDÁ-

Foto 1. Desde el Camping CADI VACANCES. Flanco Sur del monte del Castillo, sobre cuya ladera de Levante (a la derecha) se recuesta el casco urbano de GÓSOL. Al fondo, como pintada en un decorado, las laderas meridionales de la SERRA DEL CADÍ, materializada en unas de sus múltiples cabezas. Probablemente el VULTURÓ, la máxima cota del sistema. El Castillo sugiere territorio de frontera, o paso obligado de gentes del Norte a la búsqueda de regiones más soleadas.








Foto 2. Sobre los tejados de Gósol, el Pedraforca asoma el flanco Occiental de su famosa Enforcadura; hacia la que confluyen los caminos de la ruta de LA TARTERA DE GÓSOL, que sale de la misma población en forma de PR (el C-123), y la más transitada TARTERA DE PEDRAFROCA, a Ortiente, cuya ruta parte, bien señalizada desde la puertas del refugio LLUIS ESTASEN.











Foto 3. La cresta norte del Pedraforca sobre los tejados de Gósol. El marcado contraste entre las laderas boscosas (pinus nigra) y las desnudas peñas dolomíticas, que resplandecen al sol como si estuviesen nevadas, atrae la mirada del pacífico caminante. Las calles de Gósol-plenas de una rusticidad bien cuidada-son el marco ideal para, desde la sombra y el frescor de sus rincones centenarios, contemplar el brillo diamantino de las peñas. Más al Sur, con formas sensiblemente menos agresivas, se alza la quilla invertida de la SERRA D´ENSIJA, con su enigmática proa llamada LA GALLINA PELADA, de 2317m. Otro coto privilegiado para la Aventura.







Foto 4. Gósol, desde la otra parte del casco urbano, al Este. Abierta al Sur, la población forma una media luna. La parte que vemos se apoya sobre las faldas del monte del castillo; la que pisamos al tomar la foto, sobre la piscina y el frontón, es la que se alarga apoyada sobre los primeros glacis del Pedraforca. Rodeado de vegetación y praderías, Gósol es uno de esos pueblos de donde uno no se iría jamás. Así lo consideró Picasso que estuvo viviendo aquí, para inspirarse, una temporada. Pasando la iglesia, entrando al pueblo por la carretera de Saldes-Tuixén, está la bonita plaza y el arbol que le da sombra. También, dos o tres bares multifunción con terrazita donde saborear un café con pastisets de la terra y mirar tranquilamente el recorrido que nos queda hacia otras tierras y localidades de promisión.
















lunes, 10 de agosto de 2009

GÓSOL, PEDRAFORCA Y LA SERRA DEL CADÍ



El Pedraforca es el nudo geográfico alrededor del cual se organiza, en aquella salvaje comarca del Alt Berguedá, el dédalo de valles y montes menores sobre los que se asientan poblaciones, caseríos, refugios, cámpings y templos solitarios del románico, cuando todo este vasto y enigmático territorio era para el Imperio Carolingio La Marca Hispánica. El Pedraforca es una de esas montañas que no permite que apartes tu mirada de las vertiginosas pendientes que la levantan hasta el cielo. Con una altitud, en una de las puntas que conforman su multicéfala cumbre, de 2506m (Pollegó Superior), la montaña preside la boscosa y quebrada región levantando su catedralicio edificio desde el centro mismo de la hoya que preside. Sus enigmáticas formas de tridente es seguro que debieron provocar una veneración no exenta de contenido pánico a las tribus humanas de la Prehistoria que con toda probabilidad habitaron estos parajes. Los imagino en permanente prokinesis como si de un dios se tratara. Y es exactamente lo que parace: una ciclópea deidad con forma de montaña que emerge, solitaria, del corazón geológico de la tierra para recordarnos con feroz semblante que no alteremos el reposo milenario de sus laderas... Bueno, es lo primero que a uno le viene a las mientes cuando, cansado ya de los más de 200km de viaje desde Tarragona, con una caravana más bien grande a cuestas, abandona la ctra. nacional y se mete por los costarrones y curvas de la, sin embargo, preciosa ruta que nos deposita en Saldes. El Pedraforca nos muestra la horca dolomítica de su cumbre como una manifestación de tiempos mágicos y pretéritos. Llaman la atención, igualmente, la profusión de hondos valles y unos bosques dignos de latitudes canadienses. Una vez en Saldes, que se recuesta sobre las laderas de la montaña que miran al SE, trasponemos el famoso puerto de La Trapa y, rodeando la montaña por el Sur, salimos a la retirada, bucólica y hermosa hoya de Gósol, donde se encuentra nuestro camping y donde, finalmente, aparcamos nuestra caravana en la parcela 76, una magnífica terraza de hierba desde la que admirar las montañas redondas, pero muy boscosas, del Oeste. El Pedraforca lo tenemos detrás, vigilando, impertérrito, eterno... Es un viernes 31 de Julio de 2009. Los Pirineos nos reciben con un cielo esplendente y una temperatura al sol cercana a los 30º.


jueves, 6 de agosto de 2009

DE ALBACETE AL PIRINEO

Viajar desde estos lugares arrasados por el sol y la sequedad extrema por el camino de los Pirineos supone adentrarse en el corazón adusto, sólido e inclemente de mi país. 500km a lo largo del meridiano de la estepa desértica donde los veranos son un infierno y los inviernos un suplicio de heladas brutales y vientos del Norte cargados de cellisca. Esta esquina del Nordeste de Albacete, Cuenca, El Rincón de Ademuz, Teruel, Zaragoza y Huesca configuran un territorio no apto para espíritus sin curtir. Largas distancias a través de altiplanos separados por profundos surcos fluviales (pienso en el Júcar, el Cabriel y el Turia) que configuran una media luna abierta al Oeste, es decir, con las puntas mirando al Norte y al Sur respectivamente, metida entre poderosas cordilleras: Javalambre, Gúdar y todo el rosario de montañas que separan Teruel de Tarragona (los enigmáticos Puertos de Beceite) y, al otro lado, nuestra izquierda según avanzamos (Oeste), los imponentes, gélidos y cargados de Historia Montes Universales, con la Sierra de Albarracín como máximo exponente, nudo hidrográfico del corazón de Iberia.
Tampoco es raro al cruzar la penillanura turolense (siempre rozando la mágica línea de los 1000m) encontrarse con tormentas estivales cuyos focos emergen de las montañas y son arrastrados a velocidad ciclónica hasta el corazón de la meseta, sobre la que despliegan una furia materializada en gran aparato eléctrico, granizo, lluvia intensa...; así, hasta que los viales se inundan y el tráfico rodado tiene que detenerse por los muchos barrancos salidos de madre que saltan sobre la carretera y pudieran arrastrarte. He visto este tipo de fenómenos-y coches hundidos en las cunetas-a la altura de Monreal del Campo, Cariñena, o las proximidades de Daroca. Como digo, no es lugar para poetas ni corazones livianos. Después de 370km a través de estos territorios malditos, aunque de una belleza inclasificable, cruzamos las placideces igualmente desérticas del valle medio del Ebro. Zaragoza se erige triunfante sobre la tierra calcinada y blanca de las proximidades de Los Monegros, como el último bastión de La Meseta antes de la promesa del Mediterráneo; cuyas costas azules, sin embargo, todavía quedan muy lejos. La macrourbe estira sus tentáculos a ambas orillas del río y los cinturones de las autopistas forman un lazo complicado de desentrañar... Siempre me ha gustado Zaragoza; incluso cuando hasta no hace mucho había que atravesarla de punta a rabo, alrededor del medio día, con el aire acondicionado estropeado y los habituales 40º a la sombra. Ahora se la circunvala por la izquierda y se conecta rápidamente con la autovía de Huesca. Por donde salimos a un paisaje de vastas estepas tan parecido a la tierra de donde venimos. Allá sobre las brumas de la distancia: los perfiles de roca atormentada de la Sierra de Guara; la última barrera antes de los Pirineos.
En la foto podéis ver el paisaje del corazón de la Cordillera que se contempla nada más coronar el Puerto de Monrepós, tras emerger de los famosos y largos túneles del Alto Aragón, y justo antes de lanzarse por la interminable cuesta abajo que nos dejará a orillas de Sabiñánigo, enclave urbano estratégicamente situado que es la verdadera puerta de los Pirineos. De izquierda a derecha (de Oeste a Este, mirando al Norte) es posible identificar: el Macizo de Aspe, la Peña Collarada, Peña Retona, Peña Telera, el pico de Arriel, el Balaitús (ambos en el centro de la imagen), el Macizo de las Argualas y la Sierra Tendeñera en su totalidad. Es la primera visión que tuve, hace hoy 16 años de este portentoso espacio de Aventura. Desde entonces he sido un esclavo absoluto de sus influjos.